La independencia es una virtud de la autoestima. Si uno está dispuesto a hacer el esfuerzo, si uno genera el coraje necesario para emprender la búsqueda de la independencia, el beneficio de la confianza y el respeto por sí mismo serán virtualmente inmediatos. – Nathaniel Branden
La mejor forma de vivir y de ser feliz es centrarnos en nuestro camino y seguir avanzando en la dirección hacia la felicidad. Sin embargo, el ser humano es tan complejo que también puede vivir a medias y desperdiciar parte de su tiempo, cuando vive su existencia a través de vivir la vida de los demás.
La idea de que sacrificarnos constantemente en beneficio de los demás es una gran virtud, ha hecho desastres en la autoestima de las personas.
A veces nos sentimos culpables porque dejamos de hacer algo por alguien cuando estamos ocupados en atendernos a nosotros mismos.
Baltasar Gracián decía: “Respétate a ti mismo, si quieres que otros te respeten.” Poner las necesidades de los demás siempre delante de las tuyas no te ayuda ni a ti, porque disminuye tu autoestima, ni al otro porque no le permites valerse por sí mismo.
Esta decisión no es egoísmo.
Y tampoco significa que dejes de prestar tu ayuda a los demás o dejes de cuidar de ellos. Porque quererse no implica dejar de hacerlo con los demás. Primero te quieres y, después, vas comprobando que ese “cariño propio” actúa como una especie de imán que atrae el de otras personas, incluso el de aquéllas de las que jamás hubieras esperado nada.
La persona que vive la vida de los otros vive los acontecimientos ajenos como si le afectaran de alguna forma en su papel protagonista.
Pasar nuestra vida sufriendo y padeciendo por las decisiones y situaciones ajenas, no trae más que desgaste y agotamiento.
«La persona a aceptar la responsabilidad de nuestra propia vida, es el origen de donde surge el autorespeto». Joan Didion
Es momento de ser feliz.
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